Ricardo Truncellito y su esposa Elvira son oriundos de la zona norte del Gran Buenos Aires, y llegaron a Villa La Angostura con la intención de cambiar su forma de vida a través de su emprendimiento Lihuen, en el que él produce artesanías en madera y ella trabaja con telares, tanto mapuche como urbano.
Lihuen es uno de los nueve emprendimientos integrantes de la Ruta de Productores y Artesanos, iniciativa de la Subsecretaría de Economía Social con la finalidad de fomentar la actividad productiva artesanal, configurándose como un espacio de exposición del proceso productivo. También brinda la posibilidad de comercialización y venta, buscando desarrollar y establecer la actividad productivo artesanal como complemento del desarrollo turístico local.
"Tenemos artesanías en maderas de la región, en especial madera de ciprés y también madera reciclada que encontramos en el lago, en arroyos o cuando vamos caminando por el bosque, y trato de hacer piezas que tengan una utilidad, para que el turista que venga no sólo vea algo decorativo sino que sepa que tendrá una utilidad práctica", explicó Ricardo.
Una de las características de la Ruta de Productores y Artesanos es que el ambiente de exposición y comercialización debe también funcionar como espacio de producción y desarrollo del producto. Lihuen funciona junto al hogar de los Truncellito en Barrio Norte, en la calle Ñorquín 873, desde donde se aprecia una hermosa vista de los cerros Bayo e Inacayal.
Al entrar al taller, lo primero que encuentra el visitante es un imponente banco de carpintero, construido con madera de algarrobo, del que Ricardo agrega que es una herencia familiar de más de 80 años. También sorprende la calidez del ambiente, en el cual se exhibe la amplia oferta del establecimiento: percheros, relojes, tablas y pinches para copetín y lámparas en madera, además de caminos de mesa, ponchos o boinas tejidas en telar.
Entre los productos en exhibición se destacan numerosas piezas de técnica mixta, en las que se utiliza madera reciclada con otras trabajadas: "el viento, el agua y la lluvia van dando artesanías naturales y lo que uno trata de hacer es darle un toque distintivo, a lo mejor con un trozo de raíz, una rama un poco doblada o con una curva especial".
Elvira explica que trabaja tanto telar mapuche como urbano, y destaca como la gente disfruta de utilizar el telar cuando la encuentran trabajando: " yo aprendí la disciplina de telar mapuche en la Casa de la Cultura con la profesora Dolly Quintupuray, y hoy lo que aprendí allí es mi medio de vida".
Ricardo destaca que "la Ruta nos parece un proyecto con mucho futuro, y tratamos de mejorar ese producto de manera que nos tomen en cuenta más allá de las bellezas naturales que tiene el entorno, ya que acá hay tanto artesanos como productores que estamos dispuestos a recibirlos en nuestros talleres y explicarles toda la metodología de nuestra actividad".
"Normalmente la gente viene porque está interesada no sólo en conocer el trabajo, sino en conocer un poco la idiosincrasia de la persona que lo hace, que representa un poco la idiosincrasia de la localidad, siendo una villa de montaña es muy distintivo. Hay un intercambio, un ida y vuelta que es muy gratificante", concluyó Ricardo.
