Quienes tuvieron ocasión de disfrutar el viernes pasado el festejo de la Primavera saben de que estoy hablando. Cientos de jóvenes estuvieron celebrando en el Gimnasio Municipal la llegada de la Primavera. No fue sólo un rato, fueron más de 12 horas, desde las 11 de la mañana hasta las 12 de la noche, de celebración, de fiesta, de compartir y respetar a los otros, a los artistas y al espacio público.
Todas las escuelas de la Villa, los jóvenes escolarizados y no escolarizados, aquellos que están con trabajo y los que no, los que tienen una situación familiar estable y quienes viven una situación conflictiva, chicos que la pasan más o menos bien y otros que sufren un difícil momento económico. Igual que los adultos. Igual que la vida, diferentes todos, únicos, con intereses muchas veces contradictorios, compitiendo, en este caso para vender más en el buffet, imponer nuestra Reina ó nuestro Rey, ser los más escuchados.
Sólo que hubo algo distinto, una enseñanza que no debemos pasar por alto, lo hicieron naturalmente, conviviendo y respetando al otro, sumado al hecho de disfrutar, divertirse, sin tener que renunciar a sus grupos de pertenencia pero sin agredir a los otros, "del otro quinto", "del otro cole", "de la otra tribu".
Tuve la suerte, una vez mas, de "vivir" este proceso desde adentro. Vi, por ejemplo, a los candidatos a Rey de la Primavera alentándose unos a otros, las postulantes a Reina deseándose suerte y luego felicitando a las "ganadoras"; vi a los chicos de las Escuelas compartiendo el sector de buffet, la pista de baile copada por todas "las tribus", vi a los chicos divertirse sin necesidad de alcoholizarse, sin querer "imponerse" a los demás, respetando sus diferencias.
Desde la organización contamos con la colaboración desinteresada de excelentes músicos, de los artistas, de los grupos de jóvenes que organizaron junto a nosotros el festejo, decorando, consiguiendo premios, controlando y cuidando para que nada empañe la Fiesta. Todos generosos, solidarios, con buena onda, con alegría y con responsabilidad.
Una vez más pudimos sentir la pertenencia a un mismo destino de pueblo, compartir la alegría de celebrar la vida bajo un mismo cielo, algo que a los adultos nos está costando tanto: tolerar, comprender, aceptar y también disfrutar.
No hace falta "bajar las banderas", sólo bajar un poco el tono, no agredir, respetar al otro, escuchar, buscar consenso… así, COMO LOS CHICOS EN PRIMAVERA.
Jorge "Filu" Arakelian
Subsecretario de Cultura
Municipalidad de Villa la Angostura
